
Quienes nos vacunamos contra la Influenza el año pasado estamos igual de vulnerables que los demás, y si a esto le agregamos que estamos dentro del grupo de riesgo de entre 20 y 60 años, pues ni hablar.
Para buena fortuna la enfermedad no se ha expandido a todo el país (por lo menos en los estados desde donde escribimos las autoras mexicanas de este blog, no). Pero lo que sí se ha expandido es la histeria.
Para los psicólogos creo que este será un tema interesante, comparable al de la histeria colectiva, donde personas que viven o trabajan juntas manifiestan trastornos del trastorno de conversión (donde dejan de tener una función fisiológica pero no existe ningún daño orgánico) . Ya lo comenzamos a observar con las interminables filas que hubo la semana pasada donde todos buscaban vacunas contra la influenza, y al conocer que de nada sirven las vacunas por el momento, las filas se han encaminado ahora a agotar las existencias de cubrebocas.
Se han cancelado conciertos y partidos, en los templos no saben si dar misa, si se puede dar la paz o si mejor todos se quedan a escucharla por radio. En los estados donde no hay casos aún, nos piden que no entremos a la histeria, pero en lo que va del día ya me tocó ver a más de 10 personas con cubrebocas y saber de 4 que fueron llevados al hospital para saber si no tienen la Influenza Porcina, además de una chava que le duele la garganta y cree tenerla. Me temo que estamos empezando a llegar al grado donde la estupidez puede superar fácilmente a la histeria y ésta a la enfermedad.
De cualquier manera, mientras son puercas o son marranas (porque ahorita sobra hablar de peras y manzanas), no está de más que recordemos algunas de las medidas recomendadas por la Secretaría de Salud.
