"En el fondo soy una buena chica. Pero también puedo ser una bruja. Soy una persona muy perfeccionista y tengo que soportar mucha presión. A veces, cuando quieres conseguir algo no tienes más remedio que ser una auténtica bruja". (Madonna)

El mounstruo bicéfalo y su caja de Pandora.


Esta noche gracias a la nostalgia, no pude evitar reflexionar que ella siempre provoca que recordemos a aquella persona del pasado a la cual le entregamos nuestro corazón y que por alguna razón se fue de nosotros, los motivos por la que sucedió la separación en esos momentos no importan, porque de manera inexplicable nuestra parte racional cae en un sopor que no podemos controlar.

Sentimos que una frustrante dicotomía se presenta como un mounstruo de dos cabezas que vomitan ese cúmulo de emociones encontradas que nos ahogan, porque la ausencia de esa persona aun importante para nosotros de manera inconsciente, influyó en nuestra manera de ver la vida ahora, pero a la vez su presencia por esos recuerdos también nos ha convertido en lo que somos ahora.

Y esos momentos nostálgicos que en ocasiones nos inundan, y en las cuales el sentimiento de pérdida y frustración nos vencen una y otra vez, porque tal y como señala el gran Silvio Rodríguez, el amor frustrado, tronchado por la circunstancias, por la vida, no por haberse agotado, se nos queda un poco como un fantasma, provocando que pensemos en un momento de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado:


Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones...

Y cuando nuestra parte racional reacciona, suspiramos profundamente cerrando aquella caja de Pandora en nuestro corazón y escondiéndola de nuevo por nuestro bien y por el de los nuestros, regresando a nuestra vida actual con la certeza de que en cualquier momento la abriremos nuevamente... a pesar de saber que el mounstro de dos cabezas estará esperando nuestro regreso.

Saludos desde el caldero.

Micro relato: Hablar, hablar y hablar...


Hoy no tengo ganas de hablar. Mi vida completa ha sido un parloteo incesante. Pero no cualquier parloteo, no cualquier charla trivial. No. Ha sido más bien conversaciones inteligentes, productivas, eclécticas. Sin embargo, algo me ha hecho cambiar. Algo ha precipitado en mí un súbito deseo de no hablar más. Ayer, una persona se me acercó y me dijo: ¡Qué mucha mierda hablas!

En tiempos amargos...


Mucha gente vive aferrada al pasado, recordando lo que fué y lo que posiblemente hubiera sido. Evito fehacientemente esta práctica, en primera por que mi pasado no es algo que me encante y en segunda por que el hubiera es el tiempo de los tontos.

En la vida debemos adaptarnos a lo que nos llega, el hombre es un ser maleable por naturaleza pues a lo único a lo que nunca se acostumbrara es a no comer.

Siempre es en los tiempos de crisis cuando hacemos retrospección de nuestra vida y es muy triste en algunas ocasiones ver que es mas lo que hemos restado que lo que se ha sumado. Sin embargo, no todo es tiempo perdido; la experiencia, que es una virtud sobrevaluada, resulta que en estas ocasiones es cuando nos sirve de mucho.

Un viejo adagio reza que si te caes 7 veces levántate 8, lo que el adagio no nos dice es que cuando te levantes la octava vez procures caminar sin tropezarte con piedras del mismo tipo.

Es en esta época, y no quiero usar la palabra “crisis”, cuando sentimos que todos los caminos se nos cierran y que la obscuridad que nos rodea nos asfixia, es entonces cuando comenzamos a cuestionar nuestra propia existencia. ¡Vamos! no es para tanto, es cierto que hemos perdido dinero, poder adquisitivo y en algunas ocasiones hasta parte de nuestro patrimonio, pero solo es eso; activo fijo que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida.

No ganamos nada con analizar microscópicamente nuestras decisiones pasadas, es hora de fijarnos en el presente mas que en el futuro y partir del punto que todo lo que tenemos o tendremos ha sido y va a ser a base de nuestro trabajo.
Así que, si en este momento estamos en la lona, hagamos de tripa corazón y a levantarse… que después de todo… mañana será otro día

La persona que más amo


Globos, corazones, carros atascados con post it, muchachos cargando enormes osos de peluches, sobrecitos de colores, globos rojos y blancos en los restaurantes, rosas de plástico feas dentro de cisnes de plástico más feos. Algo me dice que es día de San Valentín.

R egalos para el novio, regalos para la novia, regalos para los amigos del café, regalos para los amigos de la escuela, regalos para los amigos de parrandas, regalos, regalos, regalos.

No me interesa saber si es una fecha comercial o no. No me interesa si los mexicanos gastamos 10,000 pesos al año buscando pareja o no. La verdad es que sí dedicamos tiempo y dinero en decirles a quienes queremos lo que sentimos por ellos. He recibido y dado cartitas, he recibido y dado paletas, he recibido y dado peluches. En fin. Es un dar y recibir con tonalidades rojas y rosas.

Sin embargo se nos olvida algo. No, se nos olvida alguien. Esa persona a la que debemos querer más que a nuestros amigos porque de verdad está con nosotros en buenas y malas. Esa persona a la que atiborramos de defectos y dejamos de verle virtudes. Esa persona que vemos sólo cuando los demás la ven. Esa persona que conoce cada uno de nuestros pecados y debilidades. Esa persona que se merece todo nuestro amor y dedicación. Esa persona que vale más que nada en el mundo. Esa persona que eres tú mismo.

Se nos olvida que el amor a nosotros mismos está antes que cualquier otro. Que quien merece atenciones somos nosotros. Que nos merecemos darnos amor, y que también nos merecemos a alguien que nos sepa amar tanto como nosotros nos debemos amar a nosotros mismos. Y da tristeza cómo muchas veces esperamos que sea el otro el que nos diga cuánto amor merecemos, y dejamos de querernos. Por ello muchas veces sufrimos si el otro no nos quiere, por ello estamos a la espera de que alguien llegue y dejemos de ser invisibles. Es difícil dejar de ser invisible si no nos queremos ver antes nosotros.
Y no deberíamos llamarle egoísmo o narcisismo, deberíamos llamarle necesidad, una tan importante como comer y dormir y que al joven Maslow se le pasó ponerla como la verdadera base de su pirámide de necesidades. Y es que es imposible amar a otro si no sabemos amarnos a nosotros mismos.
Ojalá aprendiéramos a aceptarnos, amarnos tal cual. A ver lo que somos, a encontrarnos esas cualidades tan maravillosas que los demás nos dicen que tenemos y no queremos ver.

Espero que su 14 de febrero haya sido feliz, el mío sí lo fue. Mientras la mayoría de las personas a mi alrededor decidieron envolverse en celofán, oler a rosas, volar con globos con helio y satisfacerse con chocolates envinados, yo decidí dedicarle tiempo y darle regalos a la persona que más se lo merece en mi mundo, la que siempre tengo que poner primero y a la que debo amar antes de hacer un intento por entregar parte de mi amor a otro, la persona que más amo: Yo.

HOMBRES G: HOY HACE 20 AÑOS.

El pasado 10 de Febrero vi por primera vez en directo a Hombres "G", y dentro de la emoción de estar en ese concierto, no pude evitar pensar que parece que fue ayer cuando hace 22 años irrumpieron en mi adolescencia la voz nasal y la cara de niño de David Summers, el aliviane de Javi Molina y su solo de falso tenor, los ojos azules y la nariz de Danny Mezquita y el sin sentido de Rafa Gutiérrez cuando escuché por primera vez "Venezia" en la radio.

Fue a mediados de Diciembre del año pasado que me enteré que venían a Cancún a tocar por primera vez, y desde ese momento no pude evitar monitorear todo lo que concernía a tal evento, así como avisarle a mis primos y amigos de tal acontecimiento, que para mí, era uno de mis sueños desde que me volvi su fan hace más de dos décadas. Hombres G en Cancún, simplemente no lo podía creer, debido a eso no dudé en pagar mi boleto a como diera lugar, ya que 20 años de espera ameritaban un desembolse que no me dolió para nada, tenía la emoción de mi yo adolescente pero con la variante de que esta vez podía pagar con una tarjeta de crédito... y rogando porque dicho concierto no se cancelara por nada del mundo. Lo mejor de todo es que en esa aventura no me sentía sola: mis primos Abby y Manuel igual estaban conmigo en dicho relajo que empezaba con la compra de los boletos.

Llegó la tan esperada fecha, y la organización fue impecable, el boleto decía que iba a empezar el evento a las 10 pm, así que llegamos tranquilos, con la idea de que el concierto iba a empezar 45 minutos después (quien no ha esperado en los conciertos de artistas mexicanos) y fue una agradable sorpresa ver que ellos aparecieron en el escenario a las 10 pm, abriendo el concierto con los acordes de su melodía "Voy a pasármelo bien", allí estaban: David, Javi, Danny y Rafa en jeans y playeras de color negro desbordando sonrisas y aliviane provocando que el viaje a las décadas de los 80's y 90's empezara a nuestro alrededor con cada una de las notas de sus canciones. Ya no son los muchachos que conocimos en el pasado pero su actitud sobre el escenario compartiendo con nosotros sus fans que cantábamos con ellos, de plano nos dejaron ver que la edad es solamente cuestión de actitud.

Su avalancha de éxitos empezaron a llenar nuestros oídos con un sonido impecable, era como si escucháramos el CD pero con ellos en frente: No te escaparás, Visite nuestro bar, Esta es tu vida, El ataque de las chicas cocodrilo, Lo noto, por mencionar algunas...Con emoción dejé la garganta en cada una de sus canciones y en cada balada recordé cada uno de los niños de los que me había enamorado en la secundaria y la prepa: Si yo no te tengo a ti, Te quiero, Temblando, Un par de palabras, ¿Que te he hecho yo?, Te necesito, Dos imanes, No te puedo besar...

Fueron 2 horas y 15 minutos de fiesta donde la buena onda, la excelente música de los Hombres G y la nostalgia y la emoción de nosotros los fans hicieron que esta noche sea algo inolvidable y digno de atesorar en el baúl de los recuerdos, no sé si todavía tendremos Hombres G para rato, de lo único que estoy segura es que uno de mis sueños de adolescencia se ha cumplido y definitivamente tengo que decir que valieron la pena estos 20 años de espera...


Déjame que te diga otra vez que te quiero, te quiero, te quiero...

¡Saludos desde el Caldero!