"En el fondo soy una buena chica. Pero también puedo ser una bruja. Soy una persona muy perfeccionista y tengo que soportar mucha presión. A veces, cuando quieres conseguir algo no tienes más remedio que ser una auténtica bruja". (Madonna)

Nada de besos

Y después de la entrada anterior que habla detallada y humorísticamente sobre cómo nos gusta ser tratadas a las mujeres dentro de la intimidad, vayamos a ver cómo les gusta a los alcaldes que se traten las parejas en público.

Guanajuato (que por mi situación geográfica no queda a más de 3 horas, y me vale que no sea un dato relevante, yo sólo quería presumir), es una ciudad colonial, gran centro turístico de México por diversas razones: Sus minas, las escaleras de la Universidad, el enorme Pípila, el Teatro Juárez, la arquitectura colonial, la Alhóndiga de Granaditas, sus momias, sus callejones... y hablando de callejones, ¿conocen algo sobre el Callejón del Beso? Si no lo conocen, prometo dedicar mi siguiente entrada en relatar su historia.

Cuando una pareja de turistas va al Callejón del Beso, se sube al tercer escalón y se tiene que besar para tener buena suerte en su relación. Ahora imagínense qué sucede cuando el alcalde de la ciudad decide que se prohiben los besos en la vía pública. ¿A qué irían los turistas? ¿A ver sólo el Callejón? Créanme, he ido sin pareja y sí es bastante frustrante no agarrar la excusa de la leyenda del lugar para dar unos besos. En fin.

A este alcalde se le ocurrió que no se permitirán más los besos en la vía pública, así como tocamientos extraños (según el criterio de la autoridad que lo vea), pedir limosna y-lo que tampoco me gustó nada porque si para algo soy buena es para decirlas- las groserías. Todas estas acciones serán sancionadas en caso de que un policía las presencie con cárcel o con una multa de hasta 1,500 pesos (algo así como 105 dólares).
Esperemos que al alcalde moralista lo hagan ver su error y lo jaladas que son sus ideas.

1 comentario:

Dylan dijo...

La primera vez que fuí a Gto. fue al Festival Cervantino en 1990. Debo aclarar que la ciudad me encanta, pero lo más representativo de ese viaje fue el chavito con que fui... Carlos, obviamente no solo nos lapasamos en las peñas, también visitamos el famoso callejón del beso... claro que también nos besamos en el tercer escalón para que nuestra atracción psicosexual durara eternidades...
Claro está que la "eternidad" duro hasta que regresamos a la facultad pero si no contamos eso, es una lástima que eliminen una practica no solo tradicional si no harto romántica del maravilloso Guanajuato.

Besines!!!