"En el fondo soy una buena chica. Pero también puedo ser una bruja. Soy una persona muy perfeccionista y tengo que soportar mucha presión. A veces, cuando quieres conseguir algo no tienes más remedio que ser una auténtica bruja". (Madonna)

Don Juan Tenorio del siglo XXI



Se sentía vigoroso, excitado. Sabía que tenía el terreno ganado y, sobre todo, que ésa sería su noche. El tipo estaba seguro que las tipas no se demorarían. No lo podía creer, consiguió citarse con cuatro diferentes tpas para la misma noche. Esa noche sería caliente, especial. Su cuerpo se erguía ansioso ante el momento tan ansiado; se erguía por ese contacto íntimo tan esperado; se erguía sólo de pensar que gozaría de la sensación de lo prohibido, del erotismo, de lo oculto, del placer carnal, que era revivido cada noche cuando ellas reaparecían.

El tipo organizaba sus citas por horas, cada una estaría con él a una hora distinta. Ellas eran las doña Ana, las Isabelas de la vida; en busca de un hombre que les prometiera el cielo y la tierra de forma tan convincente que ellas cerraban los ojos y soñaban con un escenario tan esperado y nunca llegado; y, así, se entregaban cada noche a sus mentiras combinadas con caricias auditivas.

Esa noche recibió una visita inesperada. Un par de mormones se hicieron presente en su modesto apartamento de soltero. Le hiceron todo tipo de preguntas, y se olvidaron de meterle por ojos, boca y nariz su doctrina proveniente de los campos de Ohio. Encontró a los mormones particularmente interesados en saber quiénes vivían con él; enseguida se le vino a la mente las imágenes de sus queridas. Fastidiado de la lata interminable que le daban los mormones, se acordó de los rumores que decían que éstos estaban tratando de construir la base de datos humana más grande del mundo; por esto, iban de casa en casa preguntando este tipo de información. Inventó rápidamente una excusa y los despidió. Además, se le hacía tarde para su cita, en cualquier momento la primera llegaría lista para la acción nocturna acordada.

El tipo tomó una ducha caliente para ponerse en ambiente. Apagó las luces y encendió una pequeña luz tenue. Decidió no vestirse y recibir a la tipa, así nomás. Finalmente, buscó su acostumbrada copita de vino tinto, esto lo calmó; andaba muy ansioso, ya no soportaba más la espera, parecía como si el tiempo se hubiera congelado para siempre y él con esas increíbles ganas de expulsar todas sus frustraciones para afuera. El tipo era una víctima del estrés y encontraba en estas citas su desahogo, su escape de la vida rutinaria. Estas no eran las primeras queridas que había tenido, no. Su lista de escogidas había sido larga. Muchas de estas tipas terminaban finalmente con los corazones rotos, deshechos por las mentiras de este monumento que les ofrecía una aventura amorosa efímera; tan fugaz como un suspiro.

Sonó el timbre. El tipo se puso feliz. Allí estaba ella esperándolo un tanto tímida, pero con un pie por delante: ella tenía la última y más innovadora webcam, con micrófono incluido. Mientras tanto, el tipo se sentó conforme, a pesar que sabía que esa noche emplearía las dos manos a la vez, porque no tenía una camarita o un micrófono; porque al final de todo esto expulsaría sin ton ni son toda la ansiedad, toda la lacra que guardaba cada vez que usaba ese medio para conseguir placer inmediato y momentáneo, mientras que las tipas se quedaban esperando por algo más.

2 comentarios:

Anna Ge dijo...

Me encantó. Me gusta más esta versión de Don Juan Tenorio. Muestra a Tenorio tan sucio como lo era en esa época, pero adaptado a nuestra realidad...virtual, pero nuestra realidad.

Gracias Doña Pelos!!

Anabell dijo...

Qué gusto encontrarme de nueva cuenta con este escrito.

Te felcito de nueva cuenta amiga!!!!

Besos