"En el fondo soy una buena chica. Pero también puedo ser una bruja. Soy una persona muy perfeccionista y tengo que soportar mucha presión. A veces, cuando quieres conseguir algo no tienes más remedio que ser una auténtica bruja". (Madonna)

Cultura Disney (Parte II)

Si a los 4 años ya me había recetado la cultura Disney más de 30 veces, ahora imagínense a los 7.

El concepto de princesa que Disney me vendía ya lo tenía por demás aprendido, sino es que ensayado.

A esta edad se presentó el primero de mis "obstáculos" -o realmente evidencias- sobre la existencia de la cultura Disney: me salieron pecas. ¿Pecas? ¡¡Ninguna princesa tiene pecas!! Adiós al rostro blanco cual marfil y a la piel de durazno. Al carajo con eso. Si ya había aceptado que no tendría los ojos azules ni mi cabello sería rubio ¿Para qué agregar las pecas?

Y siendo realistas, lo de las pecas podría ser algo innovador, el verdadero problema estaba comenzando a aparecer: No existen los príncipes. ¡No había príncipes! Todos los que podrían convertirse en el hombre de mi vida –que es como les llaman a los “príncipes azules” a partir de los 14 ó 15 años- eran niños obsesionados con Gokú o con G.I. Joe. ¡Ningún príncipe de Disney se interesaba en esas cosas! ¿Dónde quedaron esos jóvenes vigorosos que practicaban esgrima y equitación? Y peor aún, ¿Dónde quedaban esos jóvenes apuestos que eran educados y se dedicaban al noble arte de ser perfectos?

Llegué a la pubertad y me dí cuenta de algo: No me estaba convirtiendo en princesa. Mi cuerpo se estaba transformando en el de cualquier adolescente promedio –chaparrita, delgada pero no flaca, con pechos que nunca llegarían a la talla que yo quería- y ninguno de lo hombres que conocía tenía algo parecido a príncipe. Cuando eran guapos no eran educados, cuando eran rubios tenían sus ojos saltones y mejor ni sigo.

Ya estando en la adolescencia me aproximaba a la edad en la que cualquier princesa Disney promedio conocía al amor de su vida. Yo, a mis 21, sigo sin conocerlo. ¿Quién carajos se cree Disney para decirme cuándo voy a conocer al amor de mi vida? Y peor aún ¿por qué creí que lo conocería en la adolescencia? Disney nunca dijo nada de que me podrían romper el corazón, ni que existía la posibilidad de que simple y sencillamente no llegara a casarme nunca. Y la cosa es que la cultura Disney nunca te plantea esas opciones, las de ser feliz estando sola, las de desarrollarse profesionalmente, las de enamorarte perdidamente de tu mascota (ah no, en la cultura Disney se canta con los animales, nada más), las de que te rompan el corazón y la más importante: la de que te des cuenta de que como mujer, no necesitas un hombre como pareja para estar completa. ¿Por qué Disney no nos dice nada de la vida después del “y fueron felices para siempre”? ¿De verdad fueron felices?

Entonces: ¿El príncipe encantado nunca estuvo celoso de los 7 amiguitos de Blancanieves? ¿Ni le pidió que le explicara cómo era virgen después de vivir con 7 tipos? ¿Alguna vez Ariel se enojó porque Eric invitó a Felipe y a los demás del clan a tomar cervezas en su palacio? ¿Felipe se quejó de lo mucho que dormía Aurora? ¿O le dijo que ya no quería que sus 3 comadres/hadas madrinas fueran a visitarlos? ¿La Bestia llegó a reclamarle a Bella que se dedicara más a actividades intelectuales como leer en lugar de dedicarle por entero su atención?
No. Ninguna princesa o príncipe de Disney son reales. ¿Por qué Disney querría que las mujeres, desde nuestra infancia, adoptáramos una fantasía que nunca se le parecería a la realidad?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que te falto enamorarte de un sapito y darle un beso para verlo convertido en un principe guapeton jajaja...

Saludos desde japon.
http://miradorlatino.wordpress.com

Dylan dijo...

En realidad beso a un sapo que se convirtio en un ogro.
En fin!
Maldito sea Disney y sus ideas!

Valerie Sensei dijo...

jajaja, ay ay ay... Me hizo reir el comentario de Javier.

En realidad siempre le he tenido odio a Disney por alguna razón. Me he dado la tarea de averiguar las verdadera historia de algunas de las "princesas y príncipes", y nada que ver.

Por ejemplo, Aladino era chino. El mago malo era africano. Nada que ver con el ambiente árabe que presentan en la película. Ni tan siquiera el nombre de la princesa era Jazmín. Este cuento lo pueden encontrar en "Las mil y una noches".

También leí el cuento de Cenicienta. En este, no hubo jamás una hada madrina, sino un árbol que creció en la tumba de la madre de ésta, que escuchaba sus lamentos y le proporcionó el vestido y los zapatos. Además, la madrastra hizo que sus hijas se cortaran algunos dedos de los pies para que entrara el zapato de Cenicienta. Al final, un cuervo les saca los ojos a las hermanastras. Este cuento es de los hermanos Grimm.

En fin....Disney: FRAUDE!!!!!

Valerie Sensei dijo...
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